Serie
CURIOSEANDO A TRAVÉS DE LA RENDIJA DE UNA VENTANA ENTREABIERTA

Ella



Es una gran guerrera que, en múltiples oportunidades, habrá disfrutado de la minimizada presencia de gigantes arrodillados que han tenido la osadía de enfrentarla. Gigantes que embelesados por su inimaginable belleza no dudan en bajar la cabeza para saberse protegidos por tan sutil manto de sensibilidad. Se siente muy orgullosa de sus triunfos, los cuales atesora en un saco de inmensa humanidad que exhibe sin pretensiones y disfruta compartirlos con sus colegas.

Ella es el eje multicolor donde se entretejen las cintas de un Sebucán luminoso. Tan luminoso como los atardeceres que inundan mi habitación cada vez que la lluvia ha limpiado la hermosura verde que cubre la faz de El Ávila.

Es el eje de nuestra atención, como lo fue Percival para sus seis compañeros, mientras las páginas de un libro muy gastado le permitían a un joven lector seguir soñando con reinos por conquistar.

Es muy delgada y por eso los sentimientos se le desbordan, cayendo como si fueran una cascada. Es tan alta, que cuando estos sentimientos hacen contacto con la tierra se produce una explosión de gotas de color verde que nos salpican a todos los que la rodeamos y a aquéllos que, de lejos le siguen, tratando de complementar los rincones repletos de soledad que produce el amor.

Estas gotas nos contagian de valentía y bondad, y al mismo tiempo nos enternecemos y nos rendimos ante la belleza de las cosas más simples. Son gotas que aniquilan la voluntad.

Hace mucho tiempo que no sé de ella. Unos indígenas, pertenecientes a una tribu que adora al Sol, se la llevaron a una isla repleta de nativos que habían perdido la capacidad de amar. Estoy seguro que ya habrán recuperado sus tesoros, pero no tengo idea qué debo hacer para que nos la devuelvan.

...o...

Alexandra vive en el 8B y es el eje multicolor…

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